jueves, 28 de agosto de 2008

EVOLUCION DE LOS ARTEFACTOS TEGNOLOGICOS

Para empezar, un punto que debería ser obvio: la educación tecnológica hoy debe responder a la realidad de la tecnología en el mundo actual. Es muy importante, en el plano educativo, evitar transmitir una imagen distorsionada o idealizada de la naturaleza de la tecnología. En este sentido, siguiendo a autores como Wiebe Bijker o Thomas Hughes, cada vez son más numerosas las voces que, desde la literatura especializada, reclaman una comprensión no reduccionista de la naturaleza de la tecnología. Esta no puede seguir siendo entendida de un modo intelectualista o artefactual, es decir, únicamente como un cuerpo de conocimiento científico aplicado o como una colección de artefactos y procesos técnicos. La tecnología no es una colección de ideas o de máquinas sujetas a una evolución propia, que se exprese en los términos objetivos del incremento de eficiencia. Toda tecnología es lo que es en virtud de un contexto social definitorio, un contexto que incluye productores, usuarios, afectados, interesados, etc. Es en ese contexto donde se define lo eficiente o ineficiente en virtud de unos objetivos que, en última instancia, responden a valores no técnicos. Algunos ejemplos bien conocidos son aquí oportunos.
Una bomba manual de agua no sólo funciona bien o mal dependiendo de las características técnicas del artefacto, sino también del uso que de la misma se haga en un contexto social determinado. Como señala Arnold Pacey en La cultura de la tecnología, la gran cantidad de bombas que fallaron en los años 70 en aldeas de la India, casi un tercio de las 150 mil instaladas, no sólo se debió a defectos estructurales de los artefactos, sino principalmente a la omisión de las condiciones locales de uso por parte de los responsables técnicos del proyecto. Además de un problema ingenieril, el desarrollo e instalación de un artefacto es un problema cultural y administrativo. Esa desconsideración de los aspectos no técnicos de los artefactos tecnológicos es lo que ha llevado al fracaso de numerosos proyectos de transferencia de tecnologías. Por ejemplo en el intento de control de la natalidad en Bangladesh a través de la donación y distribución de DIUs, donde sólo se consiguió controlar la natalidad a costa de acabar con la vida de muchas mujeres que los usaron sin una cultura sanitaria apropiada.
En su libro La ballena y el reactor, Langdon Winner proporciona un ejemplo aún más claro del modo en que hacer tecnología es también hacer política, es decir, asumir valores y transformar a la sociedad de acuerdo con los mismos. Algo tan sencillo como un puente no sólo está constituido de elementos materiales como ladrillo, hormigón o acero; sino también de valores. Por ejemplo los puentes que hoy todavía pueden encontrarse en los bulevares longitudinales que recorrían Long Island (Nueva York) antes de la segunda guerra mundial, eran puentes con menos de tres metros de altura, construidos no sólo para facilitar el cruce de vehículos sino también para impedir el uso de esos bulevares por parte de autobuses, reservando de tal modo las playas de la zona para clases acomodadas de la zona o poseedoras de automóviles.
Son sólo algunos ejemplos de la importante dimensión social de la tecnología que no puede ser descuidada en la organización curricular de la enseñanza de la misma. Sobre esta base, consideramos que la educación tecnológica ha de ser sensible a dos rasgos interrelacionados que definen el nuevo papel de la tecnología en la sociedad actual: la innovación y la participación.

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